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viernes, 10 de enero de 2014

Enséñale a mamá

México, DF

Cada mañana, al abrir los ojos y descubrir que no estoy en un sueño, me dispongo a hacer la primera activad del día, despertar en mi otra realidad, la web 2.0. Reviso los mensajes que me llegaron en la madrugada, chismeo las principales redes sociales para hablar durante el día de los trending topics e investigo sobre algún tema que me tenga inquieta, por ejemplo la política. 

Unas semanas atrás me enteré por boca de mis padres que votarían por Jhonny Araya, lo cuál me dejó un sin sabor dando vueltas en la cabeza. Hoy, a 23 días de las elecciones presidenciales en Costa Rica, entre la política y los trending topics (ya saben la  nueva de Lucero?) mi madre, una señora de 46 años de edad y usuaria poco activa de las redes sociales, ha posteado el vídeo Nuestro nombre es Costa Rica, la versión pirata, y le ha adjuntado un mensaje en donde se siente orgullosa de vivir en Costa Rica (la versión pirata).

Luego de eso, surgió en mí la necesidad de entender este mundo tan mal jugado. Hablando con varios amigos y amigas que viven cerca de su familia, he descubierto que mi caso no es el único. Actualmente somos muchos los jóvenes con acceso a la información y dispuestos a un cambio, que nos enfrentamos con el mundo imaginario de nuestros padres. El imaginario del país más feliz del mundo, donde nada malo pasa… la eterna Suiza Centroamericana!

La mayoría de personas que conozco NO están dispuestas a votar por Liberación Nacional, porque a todas luces es un partido político corrupto. Habemos muchas ciudadanas y ciudadanos que cada día hacemos un brete extra viralizando la información, investigando, generando círculos de conversación, análisis y autocrítica. Señalamos sin ninguna piedad a los que siguen del lado de los malos, de los eternos oportunitas. Los culpamos de cómplices y conformistas, nos burlamos de sus ingenuas formas de justificar lo insalvable. Pero qué pasa cuando esos que mutilamos por nuestro ideal del bien común, son nuestros propios padres?

Quedo muda. Porque hablar mal del padre y la madre no debería consentirlo ni siquiera una atea como yo. Porque los amo y porque les estoy eternamente agradecida por todo lo que me han dado y por estar siempre a pesar de las diferencias. Pero cuando se trata de un tema que me supera a mí, a mi familia y a mi comunidad, entro en un dilema que me deja impotente, desconcertada.

Mis padres, como mucha gente que piensa votar por Liberación, es gente honrada, pulseadora, colaboradora, gente pura vida. En mi cabeza no entra, cómo personas con un alma tan bondadosa deciden por derecho democrático seguir del lado de los que nos han venido fregando. Y es que, cuando ves lo que representa un tico a estas alturas de la campaña electoral, ves un aire de paz cegador que asfixia de a poquitos, que se adapta a la falta de oxígeno y termina por deambular con total naturalidad. –Los que votan por los mismos, los que no saben por quién votar, a los que no les interesa-

Mi familia proviene de una clase media bastante estable. Tienen 2 casas, 2 carros, un perro y la posibilidad de pasear sin pasar pena económica. Les va bien. No puedo decir que soy una hija angustiada por tener que mandarles dinero desde el extranjero porque no tienen que comer, o sentir pesar porque que no tienen los medios a su alcance para estar informados del mundo que les rodea. Entiendo a mi madre cuando me dice que va a votar por Liberación, porque ella vive bien, le gusta su vida, su trabajo, su país… se pone la camiseta y grita gol con todo el orgullo de ser costarricense. Ella vive, bien… pero y el resto?

El resto de costarricenses que empobrecen en cada cambio de periodo electoral, el resto de costarricenses que no tienen derechos indiscutibles, como poder tener hijos por FIV si se quiere, abortar si se necesita, de obtener derechos legales respaldados por el amor hacia otra persona de su mismo sexo, de vivir en un país que respete todas las creencias por igual. El derecho de ser liderados por gobernadores que busquen el bienestar del Estado y no el bienestar de la Iglesia Católica y de unos cuantos… donde quedan todos ellos? Su derecho a un mundo mejor? Un mundo diverso, no polarizado…

Cuando mi mamá me dice que vive bien en Costa Rica, yo estoy segura de que puede vivir mejor. No en una casa que parece cárcel, llena de rejas y alarmas de seguridad. Cuando mi papá me dice que vive bien en Costa Rica, yo estoy segura de que puede vivir mejor. En un país que no le roba el dinero alegando que son impuestos que no ve reflejados por ningún lado. Yo estoy segura de que pueden vivir mejor cuando aprovechen 3 horas de su vida haciendo algo placentero y no tratando de llegar al trabajo.

Cuando mis padres den su voto a Liberación, deberá quedar en su conciencia que ellos seguirán como siempre, y alguna gente peor. Debe quedar en su conciencia que aportan a más pobreza y a la división del país, que colaboran con el peor de los bandos, que las personas más allegadas a ellos saldrán huyendo de ese país por no tener la vida que merecen, que están decidiendo a favor de unas cuantas familias ricachonas que sólo piensan en sus propios intereses.

Votar por un partido político no es lo mismo que elegir un equipo de fútbol, o el color azul o naranja de Combate. Elegir un candidato no debería regirse por los mismos principios que usás para escoger cuál artista pop te atrae más. Un aspirante a la presidencia no es más competente o “más mejor” porque vaya a todas las fiestas de fin de año, porque salga más en la parte de sociales que de nacionales, porque tenga más fama que los otros, aunque sea de la mala. Decidir quién nos va a gobernar por los próximos 4 años es una responsabilidad que compromete no sólo bienestar individual, si no el de toda una nación.


Mis padres viven bien, pero ellos siempre me enseñaron que se puede vivir mejor…