Por el poder que me
confiero como persona autosuficiente, pensante y libre, bendigo esta noche,
frente a tantos testigos, los zapatos que con confianza se me han dado.
Zapatos cómplices de
la lucha, la nostalgia, las despedidas y los encuentros. Cómplices de esta
decisión de ser extranjeros.
Hoy porque puedo,
porque me dejan, porque me da la gana, los adopto y uno como hermanos. Hoy
porque yo misma me autorizo y porque estos zapatos me lo permiten, los bendigo
y les doy la mejor de las vibras. Les digo que los comprendo y que los libero
de las malos recuerdos y tristes sentimientos que los acompañan.
A partir de hoy son
parte visible de la historia migrante que aterriza en México, son calzado con
dueños, con historias y con una nueva y ferviente esperanza de reencontrarse
con los suyos y de conseguir en estas tierras lo que nos negó la nuestra.
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